Mis padres decidieron que no inculcarÃan a sus hijos ninguna religión o creencia para que, siendo adultos y (presumiblemente) responsables, adoptasen libremente sus propias creencias.
Mi madre (que decÃa "Yo no me meto en los asuntos de dios, y él no se mete en los mÃos") me explicó una vez "Cuando seas mayor, tú creerás en lo que tu decidas".
El predecible resultado fue que, como ya sabes si me has leÃdo por aquà alguna vez, soy ateo.
Tuve profesores de todo tipo, con ideas y creencias muy distintas que, a veces, intentaron enseñarme visiones mas estrechas de la realidad, en las que habÃa preguntas que yo no tenia derecho a hacer.
Tuve incluso un profesor que agitaba ante nuestras mentes los inenarrables horrores del infierno (¿Sabes cuanto dura una eternidad de sufrimiento?) para todo aquel que osase tan siquiera pensar en lo que el consideraba incorrecto.
Por fortuna me libré de sufrir ningún trauma: Si en tu casa te han enseñado que ser libre es mas que un derecho, que es un deber y una responsabilidad, será muy difÃcil que te conviertan en un esclavo en la escuela.
Me enseñaron también a ser crÃtico con el mundo, a tratar de entender las cosas y a evitar creer nada sin motivo.
Nunca tuve la clásica tensa charla "sobre el tema del sexo", porque nunca hizo falta. Nunca hubo "cigüeñas" ni ridÃculos cuentos similares en mi infancia. El proceso por el que nacemos era tan misterioso y tan tabú como el de la digestión de los alimentos.
El desnudo tampoco fue nunca algo a ocultar. Cuando en tu casa os habéis duchado juntos durante años tú, tu padre, tu madre, tu hermana y tu hermano (si, cinco, al mismo tiempo), no puedes siquiera pensar que hay quien cree que existe algo implÃcitamente sucio en un cuerpo desnudo.
No se si mi padre lo recuerda pero, una vez, hablando del "otro difÃcil tema" de las drogas me dijo: "Si te ofrecen un porro y tienes curiosidad acéptalo y, cuando veas que no es nada de lo que te imaginas, entonces lo dejas". Y, en su momento, lo hice asÃ. He fumado porros más de una vez y me he pillado algunos colocones. No es ni bueno, ni malo, ni todo lo contrario. Hace años que rechazo cualquier oferta de "una calada" sin vergüenza, sin miedo y, por supuesto, sin ninguna pretensión de "pureza personal" ni superioridad.
Me enseñaron a ser una persona moral y sin prejuicios. Sin inviolables leyes kantianas ni relativismos postmodernos. Me enseñaron a respetar y a tratar de merecer respeto. Y no me lo enseñaron con palabras, si no con hechos. DÃa a dÃa.
Indudablemente, no soy la mejor persona del mundo. Probablemente, tampoco sea la mejor persona que conozco.
PodrÃa ser mejor persona de lo que soy pero, cualquiera que sean mis limitaciones, son mis propios defectos, no de la educación que recibÃ.
La verdad es que mis padres me pusieron el listón muy alto: Si algún dÃa me veo en la tesitura, quisiera ser capaz de educar como ellos me educaron a mÃ.