Ayer tarde dos personas que saben de lo que hablan me estuvieron explicando que hay operaciones de cálculo simbólico que sólo pueden hacerse usando un software -privativo- determinado.
En particular, me mencionaron dos operaciones (que a mà me suenan a chino, claro), aunque imagino que habrá más cosas:
Esto quiere decir que, si alguien en el mundo está realizando algún trabajo de fÃsica que requiera del uso de estas operaciones, lo está haciendo con este software. Todos exactamente con el mismo programa.
Pero no sólo eso, sino que, como te decÃa, este software es además privativo. No puedes auditarlo. No puedes ver cómo funciona. No puedes saber exactamente qué es lo que hace ese software. No puedes confiar en él.
Si hay algo que puedas decir de un programa es que tiene errores. Todo software tiene errores. La cuestión es cuánto puedes tardar en encontrarlos, si puedes encontrarlos. Como todos, el software privativo del que me hablaban estas personas tiene errores. No sabemos cuáles.
Por supuesto, esos errores no tienen por qué estar en esas operaciones concretas que me mencionaban que, seguramente, funcionarán correctamente. Probablemente sean errores menores sin importancia, aunque también es posible que sean errores graves. Lo que es seguro es que los tiene y que, en principio, no podemos verlos, porque no podemos saber qué hace ese programa por dentro.
La pregunta "¿Podemos confiar nuestra ciencia a un software que no sabemos realmente lo que hace?" puede parecer una mera cuestión epistemológica sin relevancia práctica real, pero el caso es que tenemos precedentes:
Hace un par de años se descubrió que el software -privativo- que se usaba para analizar las resonancias magnéticas funcionales del cerebro tenÃa un error que falseaba sus resultados.
Como ese software era privativo, los cientÃficos que lo estaban usando no podÃan saber qué estaba haciendo realmente. No podÃa saber que estaba falseando su trabajo.
Todos los trabajos que han usado ese software son sospechosos de contener errores que pueden incluso invalidarlos completamente.
Según los autores del descubrimiento, quince años de estudios del cerebro están en tela de juicio.
Y todo por un simple error de software. En un software cientÃfico privativo. No puedes auditarlo. No puedes ver cómo funciona. No puedes saber exactamente qué es lo que hace ese software. No puedes confiar en él.
¿PodrÃa pasar algo parecido con la fÃsica? No es una mera cuestión epistemológica.