James Dewey Watson y Francis Harry Compton Crick (Junto con Maurice Wilkins) se llevaron a casa el premio Nobel de de Medicina y FisiologÃa, lo que parecÃa el satisfactorio premio final a un trabajo meritorio.
Porque cuando, el 25 de abril de 1953, la revista Nature publicó un artÃculo firmado por Watson y Crick con el ampuloso tÃtulo "Molecular structure of nucleic acids; a structure for deoxyribose nucleic acid", toda la comunidad de estudiosos de la bioquÃmica supo sin dudarlo que Watson y Crick acababan de ganar la carrera por el Nobel.
El artÃculo, breve y escrito a toda prisa, terminaba con la frase:
It has no escaped our notice that the specific pair we have postulated immediately suggests a possible copying mechanism for the genetic material.
Que, en español, viene a ser más o menos:
No se nos escapa que el mecanismo de emparejamiento propuesto inmediatamente sugiere un posible mecanismo de copia del material genético.
TenÃan todo el derecho a sentirse orgullosos cuando, poco antes de la publicación, Crick decÃa en el pub Eagle de Cambridge que habÃan descubierto el secreto de la vida.
Aun quedaba mucho por recorrer, pero con ese breve articulo se inauguraba la "era de la genética". Y, ciertamente, el descubrimiento merecÃa el premio Nobel.
Quiero decir con todo esto que Watson tiene un Nobel, y lo merece.
Cuando Watson publicó su libro "La doble hélice" la agitación en el mundo académico fue totalmente distinta. Mas de uno se echó las manos a la cabeza escandalizado.
Watson concibió ese libro como una biografÃa, en la que hablaba de la época en la que llevaron a cabo su descubrimiento. Lo "escandaloso" fué que era demasiado sincero.
Porque lo que contaba el libro de Watson se alejaba mucho de la clásica investigación aséptica de honorables sabios completamente ecuánimes arrebatados por el luminoso espÃritu de la ciencia. Watson mostraba a cientÃficos humanos con debilidades humanas, con su cuota de estupidez, prejuicios, egoÃsmo y miserias. En la ruta al Nobel hubo engaños, errores, ocultación, traiciones, zancadillas, algo de "espionaje casero" y, alguna vez, estuvieron a punto de llegar a las manos...
En definitiva: Mostró que no eran ni tan honorables, ni tan sabios, ni tan ecuánimes. Con su libro, Watson rompió una especie de regla no escrita, al estilo de "los trapos sucios se lavan en casa". Hoy dÃa, esta forma de escribir sobre ciencia (o más bién sobre cientÃficos) se ha vuelto algo más normal pero, en su momento, le resultó bastante incómoda a mas de uno.
Y, ahora, Watson agita otra vez las aguas...
No vale hacerse de nuevas ahora, porque ya conocemos a Watson. No es la primera vez que lanza afirmaciones en la misma lÃnea, en plan racista, sexista u homófobo. Lo que pasa es que, normalmente, las dice en ambientes más académicos en los que, cuando todo un premio Nobel dice alguna tonterÃa, la gente tiende a toser y mirase las puntas de los pies en lugar de mandarle a tomar viento.
Pese a que se confiesa más cercano al los Demócratas norteamiericanos que a los Republicanos, Cualquiera que haya leÃdo alguno de sus numerosos libros y conferencias, o haya escuchado alguna de sus "polÃticamente incorrectas" declaraciones anteriores sabrá que Watson es un tipo, por decirlo de una forma suave, idelógicamente conservador.
Pero simplemente viene a demostrar lo mismo que ya enseñó en La Doble Hélice: Que un cientÃfico (por muy premio Nobel que sea) puede tener tantos prejuicios como cualquiera.
Watson probablemente no es más racista que la mayorÃa. Conozco personalmente a muchas personas que son tanto o más racistas que lo que se deduce de las palabras de Watson. Si le damos importancia a las tonterÃas que dice cuando dice tonterÃas, la culpa es nuestra, no suya.
Y no te engañes. Aunque Watson abandonó en gran medida la "investigación pura" para dedicarse a tareas de tipo más polÃtico y administrativo (alguien tiene que dirigir los laboratorios y conseguir las subvenciones), no es ningún estúpido. Sigue siendo una mente brillante.
Bien mirado, vuelve a darnos la misma lección que en "La doble hélice": Watson es humano con debilidades humanas, con su cuota de estupidez, prejuicios, egoÃsmo y miserias.
Verás, las cosas en ciencia no son más ciertas porque las diga un tipo más importante. En ciencia hacen falta datos y pruebas, que es lo que Watson no tiene. De hecho, Watson nunca ha trabajado en la heredabilidad de la inteligencia ni en su origen genético ni en nada similar. En ese caso no tiene mucha mas información de la que puedas tener tú si te documentas un poco.
Hoy en dÃa, cuando cualquier definición de "Inteligencia" se coge con pinzas (Ver, por ejemplo "La falsa medida del hombre", de S. J. Gould), cuando el determinismo genético está de capa caÃda ("No está en los genes. Racismo, genética e ideologÃa" de R.C. Lewontin, S. Rose y L.J. Kamin) y cuando el propio concepto de "Raza" se ha demostrado simplemente absurdo e inútil ("Genes, pueblos y lenguas" de Luggi Luca Cavalli Sforza), la afirmación de Watson de que existen diferencias genéticas entre la inteligencia de las razas se desmorona por cada una de sus palabras.
Y, insisto, las declaraciones de Watson tendrÃan toda la validez cientÃfica si se basaran en experimentos, estudios, investigaciones cientÃficas reales. PodrÃa ser que todo de lo que habla Waston fuese cierto (Aunque es improbable por varias razones, no hay ninguna ley de la naturaleza que lo prohÃba) y tendrÃamos que aprender a vivir con ello sin discriminar a la gente a pesar de todo. Pero eso será cuando pueda demostrarlo. Hasta entonces, esas declaraciones están al mismo nivel de lo que cualquiera de nosotros puede hablar con tus amigotes en un bar.
La verdadera metedura de pata de Watson es polÃtica.
Se podrá tachar a Watson de muchas cosas, pero no es ningún novato. Ya se ha templado en muchas batallas, y sabe cómo funcionan la prensa y la relaciones públicas.
Pese a que la prensa ha exagerado mucho el alcance de sus palabras, las declaraciones de Watson son, cuando menos, equÃvocas. Y algunos de sus argumentos, como lo de "quienes tratan con empleados negros..." además de no tener ningún sentido desde un punto de vista cientÃfico, exhalan un tufo decimonónico que no se olÃa desde los tiempos de Agassiz.
Cuando un cientÃfico emite juicios de ese tipo debe tener en cuenta que hay mucha gente escuchando, y que siempre acabará por salir algún racista usándolo como coartada "Waston lo dijo, y es un premio Nobel".
Y sÃ, quizás esté tratando de armar alboroto para subir las ventas de su nuevo libro, pero eso no es excusa.
La Federación de CientÃficos Americanos ha mostrado su tajante rechazo diciendo, entre otras cosas, que:
The scientific enterprise is based on the promotion and proof of new ideas through evidence, however controversial, but Dr. Watson chose to use his unique stature to promote personal prejudices that are racist, vicious and unsupported by science.
Traducido, más o menos:
La actividad cientÃfica está basada en la promoción y demostración de nuevas ideas por medio de la evidencia, aunque sean controvertidas, pero el Dr. Watson eligió usar su gran estatura para promover prejuicios personales racistas, viciosos y sin fundamento cientÃfico.
Han cancelado sus conferencias en Inglaterra y ha tenido que disculparse en la mismÃsima Royal Society.
Lo han suspendido de su cargo como rector en el Cold Spring Harbor Laboratory, de donde se ha acabado viendo obligado a dimitir.
La misma revista Nature que lo catapultó a la gloria ha titulado como "La locura de Watson" su editorial de este mes.
Personalmente, creo que sus declaraciones fueron equivocadas, acientÃficas y racistas. Pero creo también que la reacción también ha sido excesiva.
Se trata de James D. Watson: En 1953, utilizando recortes de cartulina, descubrió el secreto de la vida. Con 79 años, su carrera merece un final más digno.
Es humano. Con debilidades humanas, con su cuota de estupidez, prejuicios, egoÃsmo y miserias. Como todos.
Pero eso no serÃa nada malo (salvo para él) si los demás lo entendiésemos y no adjudicásemos a sus palabras más valor del que tienen.
Es triste acabar asÃ.
Le copio esta desbarrada a maese Akin y no añado nada más, porque sobre lo que no se puede hablar, mejor guardar silencio:
Bueno, sà añado algo: Que ya no hay respeto por nada, joder.
Todo aquel que adoctrinare, catequizare, sermoneare, bautizare o inscribiere en cualquier secta, atemorizare con castigos futuros en "otras vidas" u otros de dudosa credibilidad o, en general, fuere sospechoso de lavar cerebros de menores de edad, será condenado a pena de prisión no menor de treinta años. Durante ese tiempo deberá visionar todos los dÃas la filmografÃa de Marisol.
Recortado de Halón Disparado » Enfocando correctamente
Parecen soldaditos de plomo, pero a tamaño natural y perfectamente bruñidos.
Desde el paso hasta las poses, pasando por el uniforme o el gesto, no se salva ni la cabra. La verdad es que da un poco de vergüenza ajena.
Y también capa de armiño (y un cetro tampoco estarÃa mal) si quiere dar un aspecto de verdad regio. Un rey de uniforme militar es sólo un militar.
(Este es de Papá Psicobyte)
El momento televisivo, quiero decir. Para hacer publicidad de soldados llevando comida, soldados ayudando en algún desastre, soldados en una especie de escuela para niñas, soldados poniéndole una manta sobre los hombros a un anciano...
¿Cómo se puede hacer un anuncio tipo "AlÃstate" de modo que parezca que es de Manos Unidas? Ni siquiera se ve un fusil en los cincuenta segundos que dura...
(Corrección: He vuelto a ver el anuncio y, si te fijas, sà se pueden entrever algunos fusiles).
¿Por qué los pastilleros, los fans del tuning y los fascistas parecen haberse puesto de acuerdo para adoptar como enseña la bandera de España con el toro de Osborne por escudo?
Aunque esté sólo tangencialmente relacionado con lo de arriba, no te pierdas este post de Fernando Tricas. Si tuviera una sección con "el post del mes", lo colocaba allÃ.
Hago mÃas sus palabras (compartiendo, no robando) cuando dice de la bandera (de la que sea, de ninguna en concreto):
Pero, por favor, no maten ni mueran por ella.
Ni le pidan a otros que lo hagan.
El informático del anterior post, tras su trágica muerte, llega al cielo (porque, como es bien sabido, todos los informáticos van al cielo).
En la entrada del paraÃso eterno, se acerca a una ventanilla, donde es recibido por el sonriente arcángel que administra el papeleo de las admisiones:
- Bienvenido al cielo, reciente difunto. ¿SerÃa tan amable de darme sus datos para validar su ingreso?
El informático, presto aunque algo nervioso, le aporta la información requerida, con la que el arcángel consulta una lista en su monitor con gesto preocupado.
Tras un rato de "hums" y "ajás", el arcángel pregunta:
- ¿Y dice usted que es informático?
- Si, claro. Por supuesto.
- Ya veo. Seguramente debe de haber un problema con el programa porque, a pesar de que todos los informáticos van al cielo, no tengo su nombre en mi lista...
El informático empieza a preocuparse:
- ¿Y cómo vamos a arreglarlo?
- No se preocupe - responde el arcángel - Todos los informáticos van al cielo y usted no será una excepción. PermÃtame que consulte con instancias superiores...
Teclea algo en su ordenador, hace un par de llamadas y, al poco rato, aparece San Pedro con paso ágil.
- Hola ¿Cual es el problema?
- Pues verá, jefe - Contesta el arcángel - Este señor dice ser informático, pero no aparece en mi lista de ingresos...
- ¡Imposible! ¡Todos los informáticos van al cielo! Déjame ver eso.
San Pedro consulta el ordenador durante un rato, hasta que, con gesto preocupado, se dirige al informático:
- Debe ser un bug en la base de datos, ya sabe usted cómo son estas cosas. Lo malo es que quizás tardemos algún tiempo en arreglarlo. PermÃtame que le ofrezca un arreglo temporal mientras lo solucionamos.
- ¿Qué clase e arreglo? - pregunta el asustado informático.
Todos los informáticos van al cielo - responde San Pedro - Pero no podemos admitirle si no consta en el listado por lo que, mientras arreglamos esto, deberá usted hospedarse en el Infierno.
La voz del pobre informático suena como un graznido cuando grita:
- ¡En el infierno!
- Por supuesto - Responde San pedro inmediatamente - No está usted condenado, no deberá sufrir ninguna tortura o pena, y podrá moverse libremente por todo el Hades. Es una solución temporal, mientras se arregla todo.
El informático, viendo que no tiene otra opción, acepta el trato y desciende a los infiernos como un Dante sin Virgilio, donde es recibido por un preocupado Satanás.
- ¿Pero esto es muy irregular! ¡Usted es un informático, y todos los informáticos van al cielo!
Nuestro informático le explica la situación al Maligno que, al final, consiente y le deja ir libremente por los nueve cÃrculos.
Pero pasan los dÃas, y el infierno es bastante aburrido.
EL informático, para matar el tiempo, empieza a examinar los sistemas del Hades, examina el código, y decide meterles mano.
Tras una semana el Infierno ha cambiado radicalmente.
Las entradas y salidas de los diversos castigos han sido optimizadas, minimizando los tiempos de acceso. El programa de control de temperaturas se regula automáticamente, reduciendo el consumo. Los turnos de trabajo de los demonios se regulan en función de la demanda. La intranet demonÃaca apenas tiene colisiones y el escritorio de Satán luce un bonito salvapantallas con fotos de Manowar y Laetitia Casta.
Es entonces cuando el mismÃsimo Dios en persona (una y trina), baja al infierno en su inspección mensual. Al ver todo aquello muestra su proverbial cólera:
- ¿Pero esto qué significa? ¡Licifer! ¡ExplÃcame qué es todo esto!
El Diablo le expone el problema, la situación y el arreglo al que se ha llegado, lo que no hace más que aumentar la Ira divina.
- ¡Esto es inadmisible! ¡Todos los informáticos van al cielo! Traeme ahora mismo a ese tipo que me lo lleve a donde debe estar.
Satán, que no tiene interés en perder a tan valioso inquilino, se niega:
- No. Nos lo quedamos. Precisamente ahora está metido en la depuración del sistema de latigazos, y esperamos triplicar el rendimiento con las mejoras.
Dios está francamente furioso:
- Entrégame al informático o atente a las consecuencias.
- ¿S� - responde Satanás - ¿Y qué harás si no te lo doy?
- Escúchame, maldito ángel caÃdo. Si no me lo entregas te llevaré a los tribunales y te pondré tal pleito que perderás hasta esa ridÃcula perilla de chivo.
- ¿De verdad piensas hacer eso? - Pregunta Satán con su sonrisa más perversa y triunfal - ¿Y con qué abogados?