Kin Shi Huang (el nombre es inventado) es uno de esos inmigrantes chinos que, contra toda probabilidad, han acabado en Granada.
Salvo por los cuatro o cinco términos más habituales, su dominio del idioma de su patria adoptiva es francamente malo. A pesar de ello, Kin Shi Huang es un tipo inteligente, y se maneja bastante bién en este paÃs.
Cuando Kin Shi Huang decidió montar un negocio no tuvo demasiadas dudas sobre a qué se iba a dedicar. La comunidad china en esta ciudad tiene una considerable experiencia en ese tipo de tiendas que ofrecen cualquier cosa imaginable (y alguna inimaginable) a precios ridÃculos (Cuando usábamos pesetas se llamaban tiendas de "todoacién", pero la llegada del Euro complicó notablemente la nomenclatura). La experiencia es un grado, y conocer los canales de distribución y esas cosas facilita mucho el trabajo. Además, habida cuenta del problema idiomático, siempre es mejor tener que negociar con aguien que comparta tu lengua.
Juan Carlos (el nombre también es inventado) es rotulista y Granadino (bueno, en realidad, nació en Lanjarón, en la Alpujarra granadina). Hace cosa de treinta años que se dedica a esto de pintar carteles, anuncios y rótulos. Antes fué ayudante de rotulista y, antes incluso, aprendiz de rotulista. Está muy orgulloso de su trabajo. Sobre todo del rótulo de un prostÃbulo que hizo un dÃa que estaba especialmente inspiardo, decorado con siluetas de mujeres desnudas que habÃa copiado de una pelÃcula de James Bond (le dijeron que incluso un concejal alabó su trabajo).
Kin Shi Huang querÃa para su tienda un nombre exótico, que tuviese el aroma de la ruta de la seda, el sonido del puerto de Shangai, los colores del mercado de Macao (dode se puede compar desde una taza para el té a un filtro de amor).
Juan Carlos puede estar también orugulloso de su trato a los clientes. Se amolda a su gusto y su presupuesto con la flexibilidad de un guerrillero, y sabe captar al instante qué es lo que un comerciante quier ver en su fachada. El único problema que suele tener es que se lÃa bastante con las ces, las eses y las zetas: Juan Carlos cecea con ese peculiar acento alpujarreño y, en Granada, normalmente, la gente sesea. Tiene que tener mucho cuidado con eso, como el dÃa que puso "ArtÃculos de casa", en lugar de "ArtÃculos de caza. El tipo se cabreó bastante (y Juan Carlos, en el fondo de su mente, le dió la razón).
"Bazar". El nombre comenzarÃa con "Bazar". Eso siempre suena muy exótico.
Kin Shi Huang barajó montones de nombres, y al final se quedó con uno que le pareció perfecto: Su tienda se llamarÃa "Bazar el rincón oriental". Le encantó como sonaba.
Pero ahora están Kin Shi Huang y Juan Carlos frente a frente, y ambos hacen verdaderos esfuerzos para entenderse:
Cuando Juan Carlos ha preguntado, por enésima vez "¿Como ice usté que quiere decÃ?", Kin Shi Huang, haciendo acopio de toda su dicción hipánica, ha respondido separando y definiendo las sÃlabas hasta que casi podÃan verse brillar en el aire: "E nombre que io quero que ponga es "bazá e rincón orintal". La cosa era peliaguda, pero tras una hora de difÃcil conversación, han llegado a un acuerdo. Juan Carlos, sin mucha convicción, ha escrito el nombre en una hoja de papel, y Kin Shi Huang, tampoco demasiado convencido, se ha mostrado satisfecho.
Un par de dÃas más tarde, el predecible resultado resplandece sobre la fachada del Bazar de Kin Shi Huang:
Cosas que pasan.
Psicobyte: Sartre decÃa que el infierno son los otros.
Psicobyte: Eso es porque no te conocÃa a tÃ.
Psicobyte: No, Sartre se referÃa a "los otros", en sentido abstracto.
Psicobyte: Y yo me refiero a tà en sentido concreto: Eres pedante, ridÃculo y aburrido. No te soporto.
Psicobyte: Tú sà que eres realmente insoportable. No entiendo cómo nadie puede convivir contigo.
Psicobyte: Además eres feo. Jodidamente feo, debo decir.
Psicobyte: Es gracioso que precisamente tú digas eso ¿te has visto la cara? Al menos podrÃas afeitarte.
Psicobyte: DeberÃa estrangularte. ¿Te crees muy listo y ocurrente, verdad?
Psicobyte: Solo si me comparo contigo, estúpido.
Psicobyte: Imbecil.
Los núcleos de plutonio 239 son bastante inestables.
Esto quiere decir que, expontáneamente, uno de estos núcleos puede perder algún neutrón (que sale "disparado").
La probabilidad de que le ocurra esto a un átomo es muy baja. pero en unos gramos de plutonio hay una cantidad desmesurada de ellos, por lo que siempre se está desintegrando algun átomo y por lo tanto, emitiendo algún neutrón.
¿Y qué pasa con el neutrón emitido?
Si la cantidad de plutonio no es demasiado grande (a esta cantidad se le llama "masa subcrÃtica", luego veremos por qué.), el neutrón tiene muchas probabilidades de atravesar limpiamente la muestra de plutonio sin chocar con otro núcleo (la materia es, fundamentalmente, espacio vacÃo). Aunque, a veces, puede golpear a otro núcleo, rompiéndolo, y haciéndole despedir neutrones a su vez (los cuales también tienen muy pocas probabilidades de chocar con ningún núcleo, etc.).
Este constante emitir neutrones es lo que se convierte en el continuo crepitar que se escucha con un contador geiger (y que seguro que conoces, al menos, de las pelÃculas).
Pero esto es solo si la masa de plutonio no es demasiado grande, claro.
Porque si se supera cierta cantidad de plutonio (llamada "masa crÃtica") las cosas cambian bastante. En una "masa supercrÃtica" los neutrones emitidos tienen que recorrer más distancia rodeados de átomos, y es mucho más probable que acaben dando a alguno y rompÃendolo. Que, a su vez, emitirá neutrones, que tienen muchas posiblidiades de golpear otros núcleos, que emitirán neutrones, que tienen muchas posiblidades...
Supongo que cojes la idea.
Esto es lo que se llama una "reacción en cadena" (aunque deberÃa llamarse, con más propiedad, "reacción en cascada"). Como cada neutrón que choca con un núcleo genera varios nuevos neutrones, la reacción se acelera rápidamente. Mucho.
El 16 de Julio de 1945 (hoy hace el pasado sábado hizo 60 años) una torre de 30 metros de hierros y tablones construida a 90 kilómetros de la base militar de Alamogordo, en Nuevo Méjico, sostenÃa en su cima una pesada estructura llena de cables, de aspecto más ridÃculo que ominoso.
Dentro de este dispositivo, al que llamaban "the Gadget", varias masas subcrÃticas de plutonio 239 se distribuÃan formando una esfera, rodeadas por su superficie exterior de TNT.
Cuando, a las cinco y media de la madrugada, el dispositivo fué activado, las cargas de TNT hicieron explosión, lanzando las masas de plutonio 239 y concentrándolas en el centro de la esfera, donde se formó una masa supercrÃtica.
La reacción nuclear comenzó en ese mismo instante.
El 16 de Julio de 1945, la explosión de the Gadget, el primer ingenio nuclear de la historia, iluminó el desierto con la mayor explosión jamás vista hasta el momento.
Menos de un més más tarde, una bomba con el mismo diseño arrasarÃa la ciudad japonesa de Nagasaki.
La ecologÃa estudia las variadas interrelaciones que se dan entre los organismos y con su entorno en un medio determinado. Como te contado alguna vez, es algo tremendamente complejo y con implicaciones sutiles y a menudo inesperadas.
En 1955, en Borneo, la OMS andaba metida en un proyecto bastante importante: El control de la malaria que, en algunas regiones del paÃs, llegaba a afectar al 90% de la población.
La malaria es una enfermedad provocada por un parásito unicelular del género Plasmodium que se transmite a través de los mosquitos. Estos no se ven afectados por el Plasmodium, pero pueden transmitirlo por su picadura.
Un procedimiento relativamente efectivo y ya probado anteriormente con buenos resultados era el de acabar con los mosquitos: Si se acaba con el vector que transmite la enfermedad, se acaba con esta.
Para ello fumigaron las aldeas en Brunei, Sabah y Sarawak (las regiones más afectadas) con DDT.
Pero en 1955 no sabÃan nada de todos estos desagradables inconvenientes, y el DDT era considerado la panacea en la lucha insecticida.
De modo que se dedicaron a fumigar las casas de las aldeas con DDT para acabar con los mosquitos. El que no conocieran todos los problemas del DDT no quiere decir que fueran tontos: Aunque las concentracionesque se usaban no fueran peligorsas para ellos, durante las fumigaciones desalojaron de las viviendas a las personas y animales dométicos.
Y el caso es que la cosa pareció funcionar. Algunas estirpes de mosquitos desarrollaron resistencia al insecticida pero, en principio, todo fué estupendamente. Dice el refrán que "Muerto el perro se acabó la rabia". En nuestro caso, "Muerto el mosquito se acabó la malaria".
Si esto acabara asà podrÃamos sentirnos felices por los habitantes de Borneo, pero el interés de la anécdota (y su potencial moraleja, que es a lo que vamos) serÃa bastante pobre. Asà que es ahora cuando empezamos a hablar de los problemas.
Algunos habitantes de las aldeas fumigadas comenzaron a informar de algo bastante extraño: Los techos de su casas, que estaban hechos de paja, parecÃan "pudrirse", llegando incluso a derribarse. Culpaban de ello al DDT.
Pero, que se sepa, el DDT no tiene efectos sobre los vejetales. Se usaba para fumigar cosechas desde hacÃa mucho tiempo, y nadie habÃa informado de nada similar a esto.
Un tal Cheng, entomólogo de la OMS, estubo investigando el asunto hasta que dió con la fuente del problema.
En los techos de las viviendas habitaba la larva de una mariposa, Herculia nigrivitta, que se alimentaba de la paja de que estaban construidas. En las zonas que habÃan sido rociadas con DDT, la cantidad de orugas encontradas era en torno a un 50% mayor que en las zonas donde no se habÃa usado el insecticida. Las orugas se comÃan, literalmente, los tejados. El DDT no solo no habÃa acabado con ellas, sino que habÃa hecho que proliferaran. ¿Como era esto posible?
Cheng descubrió qie las larvas podÃan detectar el DDT, y evitaban comerselo, lo que explicaba que no las matara, pero ¿Por qué proliferaban?
Una investigación detallada dió con la causa: Una minúscula avispa del género Antrocephalus.
Esta avispa parasita las orugas de Herculia poniendo sus huevos en ella, para que sirva de alimento a sus larvas que, evidentemente, acaban matándolas. Pero el DDT habÃa acabado con las avispas, lo que provocó la "explosión demográfica" de las mariposas, que se convirtieron en una plaga para los tejados. Un problema ecológico.
Los "daños colaterales" de la fumigación empezaban a sentirse.
Pero, a esas alturas, los tejados eran un problema secundario.
Porque, en las zonas fumigadas, los gatos estaban muriendo.
Cualquier amante de los gatos considerará esta como una mala noticia, pero es un problema mucho más serio que una simple cuestión de cariño hacia nuestras mascotas. Porque, con los gatos muertos, hubo una proliferación de ratas. Y las ratas transmiten muchas enfermedades. ¿HabÃan cambiado la malaria por algo peor?
Como recordarás, durante las fumigaciones se habÃan llevado a los animales domésticos, incluidos los gatos. ¿Qué los habÃa matado entonces?
Al igual que con los tejados, se trataba de un problema ecológico.
El DDT no habÃa acabado solo con mosquitos y avispas. También afectaba (aunque en menor medida) a las ubicuas cucarachas.
Las cucarachas suelen ser bichos muy resistentes y el insecticida no fué un arma muy efectiva contra ellas. Pero recordarás que te he comentado que el DDT se acumula en las grasas y se transmite a lo largo de la cadena trófica.
La cucarachas supervivientes acumulaban el veneno en su interior, que pasaba a sus más inmediatos depredadores, un gecko que suele habitar en las grietas de los hogares de Borneo. Y los gatos, además de ratas, comÃan cucarachas y geckos.
La acumulación del veneno fué letal para los pobres mininos.
Las autoridades sanitarias se encontraron ante el serio problema de combatir la plaga de ratas sin la otrora eficiente población de gatos: Trampas, venenos y otros sistemas son tremendamente ineficaces en comparación con un buén puñado de gatos.
La solución, en la mayorÃa de los sitios, resultó ser bastante simple.
Si no habÃa gatos, habrÃa que llevarlos.
Los habitantes de las ciudades donaron camadas y camadas de gatitos que fueron llevados a las areas fumigadas más próximas, para que reemplazaran a sus predecesores en la tarea del control de ratas.
Pero, en las áreas más remotas, la cosa era algo más complicada: No habÃa ciudades cercanas que pudieran ofrecer sus mascotas, y habÃa que traerlos desde mucho más lejos.
La solución la aportarÃa la Royal Air Force.
Las cifras hablan de unos 14.000 gatitos que fueron donados y reunidos en una base de la RAF en Singapur. En la operación, que recibió el nombre de "Cat Drop" (Que, en una traducción batante libre, significa algo asà como "Lluvia de gatos"), estos fueron ubicados en contendores especiales, transportados en aviones y arrojados en paracaÃdas en las regiones más remotas en el que, probablemente, sea el bombardeo más extraño (y pacÃfico) que jamás haya llevado a cabo la aviación británica.
La ecologÃa, como te decÃa al principio, es algo complejo con implicaciones sutiles e interrelaciones a menudo inesperadas. La lucha contra un parásito microscópico tuvo consecuencias que nadie podrÃa haber imaginado. Personalmente, me fascina la surrealista imagen de 14.000 gatos paracaidistas.
Efectivamente. Como todo el mundo parece haber adivinado, el tipo de la foto, que ayer cumplió los 61 años, es Erno Rubik, el inventor del cubo de Rubik.
A lo largo de los ochenta, se vendieron unas 100.000.000 de unidades del dichoso jugetito, lo que convirtió a Erno en el primer multimillonario del bloque soviético. Y aún hoy dÃa se sigue vendiendo.
De sus 43.252.003.274.489.856.000 posibles combinaciones, solo una es correcta. A pesar de lo desmesurado de esta cifra, hay multitud de algoritmos para solucionar el cubo en menos de un minuto (con algo de práctica y destreza). Si tampoco te sirven, siempre te queda la opción de despegar las pegatinas o desmontar el chisme. Tiene menos mérito, pero Alejandro Magno solucionó el nudo gordiano de un modo parecido, y a todo el mundo le pareció admirable...
Pero si, por el contrario, eres una máquina de armar cubos y el jugetito en cuestión ya te sabe a poco ¿Que te parece intentarlo con un hipercubo de Rubik?