Al ver a mis compañeros y conocidos, veo que todos participan en diversos sorteos y loterías: Es evidente que el raro soy yo
Por eso, para que no me mires raro por ser un tipo antisocial (y porque es lo único que se me ha ocurrido para postear hoy), te explico mis razones:
Se define probabilidad como el número de casos favorables a un suceso divido por el número de casos posibles.
De esto se deduce que las probabilidades de obtener un premio en la lotería primitiva son iguales al número de combinaciones ganadoras dividido entre el número de combinaciones totales.
El número de combinaciones posibles (esto es: combinaciones de 49 elementos tomadas de seis en seis) se calcula con la fórmula Cm,n = m!/((m-n)!*n!), donde m es el número de elementos totales (49 en nuestro caso) y n es el número de elementos de una combinación (6 en nuestro caso).
De modo que, sustituyendo, nos da que:
C49,6 = 49!/((49-6)!*6!) = 13.983.816
Para el caso del "Gordo" (acertar los seis números) solo hay, evidentemente, una combinación ganadora.
Por tanto, la probabilidad de obtener el gordo de la primitiva es de uno entre 13.983.816.
Está jodido, pero siempre existe esa posibilidad: La suerte es la suerte ¿no?.
Al parecer, las probablidades de que me caiga un rayo son de una entre 600.000
Es decir, que es unas 23 veces más fácil que me parta un rayo a que me toque el gordo de la primitiva.
Si invirtiera mi capital en jugar a la lotería también debería, por coherencia, comprarme un pararayos portátil: hay 23 veces más razones para llevar encima un pararayos que para jugar a la lotería.
Si arriesgas algo de dinero para conseguir un montón de millones con una porbabilidad ínfima de ganar ¿No apostarás un pararayos portatil para salvar tu vida, teniendo en cuenta que es una apuesta 23 veces más segura? El premio es mucho mayor y las probabilidades también...
Sin embargo, si consideras (como yo) que la posibilidad de que te caiga un rayo es demasiado pequeña para que merezca la pena, entonces deberás plantearte si la posibilidad (aún menor) de ganar la lotería merece el esfuerzo...
En línea con la actual relevancia social en torno a la modificación de la legislación española sobre los matrimonios, la postura de los católicos en ella, voy a exponer mi posición aquí, que para eso es mi blog:
Estoy completamente a favor del permitir el matrimonio entre católicos.
Me parece una injusticia y un error tratar de impedirselo.
El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.
Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de caracter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos.
Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.
Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por "el qué dirán" o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestrucuturadas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familas católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.
Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruín de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: Aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.
Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.
Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de "¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!".
Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bién es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor problabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.
Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.
En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitirseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.
Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.
La verdad: Nunca entendí lo de Hello Kitty.
Porque, a ver:
Lo de Snoopy estaba claro. Una tira cómica famosa, moderadamente graciosa, perfectamente inmaculada de cualquier alusión inconveniente que hiriese a la moral más puritana y ajena a cualquier contenido mínimamente político.
Todo eso lo unes a un dibujo simple y claramente identificable, y ya es carne de merchandising.
Lo de Mafalda era tres cuartos de lo mismo, aunque, quizás, con un poquito más de carga política (en cualquier caso, nada que escadalizase al burgués más "bien pensant").
El que una tira cómica, un dibujo animado, una película o lo que sea, se convierta en objeto de la mercadotecnia más despiadada, era, amis tiernos ojos de infante, como la lluvia: Lo más natural del mundo.
Pero Hello Kitty ¿de donde demonios había salido ese gato? No era un dibujo animado, ni un tebeo, ni una pleícula ni nada de nada.
Hello Kitty era merchandising basado en merchandising: Mercadotecnia en el estado más puro y visceral.
El caso es que, durante veinte años, la gatita ha permanecido como reina incontestable de ese tipo de complementos cursis, de color rosa y llenos de corazoncitos, que tanto parecen entusiasmar a las niñas pre-púberes.
Y no es que le hayan faltado competidores. A veces surgió un competidor temporal que hizo temblar a los ejecutivos de Sanrio ¿Recuerdas aquellos dibujos de dos niños regordetes, desnudos y asexuados que nos decían cosas que, inavarablemente comenzaban con "El amor es..."?
Algunos de estos competidores aún mantienen sus seguidores. Por ejemplo, puedes preguntarle a Circe por la gran comunidad de fans de Candy Candy que existe.
Sin embargo, ninguno de ellos pudo vencer a la reina en su prpio terreno.
Hasta ahora.
porque ahora ha llegado Pucca, y tiene intención de luchar con el gato, liquidarlo, y que nunca más se le recuerde.
Pucca es, como la reina Kitty, un producto orientado a los complementos (bolsos, monederos, agendas, llaveros...) con corazoncitos, flores y mariposas. Y está pegando fuerte.
Puede ser que sea otro intento fallido de destronar a la vieja gata pero, por la impresón que me dá, yo diría que estamos asistiendo a un cambio de régimen.
La Reina ha muerto. ¡Viva la reina!
Un long dimanche de fiançailles es la última película de Jean-Pierre Jeunet.
O sea: Que es del mismo tipo que maquinó Delicatessen, La ciudad de los niños perdidos y Amelie (También, y como no todo pueden ser buenas referencias, Jeunet fué el que perpetró Alien Resurrection).
Además, cuenta con la siempre deliciosa presencia de Audrey Tautou (Amelie) junto con viejos conocidos como Dominique Pinon (Probablemente, el actor-fetiche de Jeunet: Protagonista en Delicatessen, científico clonado en La ciudad de los niños perdidos y amante celoso en Amelie) y Jean-Claude Dreyfuss (el carnicero de Delicatessen)
Bruno Delbonnel repite, despues de Amelie, como director de fotografía, de modo que te puedes hacer una idea de lo que esto significa: Pura poesía visual.
La música es de otro viejo conocido: Angelo Badamenti, que ya ideó la siniestra banda sonora de La ciudad ede los niños perdidos.
Se estrena en Francia el 27 de Octubre, habrá que ver cuando llega a España. Hasta entonces, tendrás que conformarte con visitar la web oficial
El Ark (o, mas bíen, su blog) cumple un añito.
Es decir, que huy se cumple un año desde su primer post.
Por lo que me ha parecido entrever en esto del blogerío, eso es una especie de prueba de fuego, de modo que muchas felicidades (Esta vez al Ark, no al Blog).
Si lees este blog, es casi seguro que también lees el suyo, de modo que, ahora mismo, tira pallá y hala, a felicitarlo.
Probablemente el suyo sea el que más a menudo enlazo desde este (algo así como la cosa esa famosa de la endogamia bloguera, pero en pequeñito), de modo que, para el recuerdo, sirva este post de homenaje.
Por muchos años. Besitos.