Psicofonías

(algo así como el blog de Psicobyte)

Corrupción Zero

NOTA: Este post es una edición posterior y no fue publicado originalmente en la fecha que indica.

La Fundación Internacional Baltasar Gargzón, junto con la Fundación por la Justicia, organizó en la facultad de Economía y la Nau de la Universitat de València unas jornadas como parte de su proyecto Corrupción Zero.

Para estas jornadas se elaboraron cuatro mesas de trabajo formadas por expertos de diversos campos, con el objetivo de aportar unas líneas de acción para el diseño de un software de detección temprana de la corrupción.

Basándome en mi pasada experiencia como miembro de la Oficina de Software Libre de la Universidad de Granada, mi aportación a una de estas mesas de trabajo (la dedicada a "Contribuciones para el desarrollo de una vigilancia informática") giró en torno al tema del software libre como herramienta y filosofía y la transparencia como ejemplo de las ventajas y los riesgos (la presentación puede descargarse aquí).

Corrupción Zero

Puedes ver más detalles en el documento (PDF) del proyecto, el programa del evento y la notica en la web de la Generalitat de Valencia y en El Diario o, en Twitter, con el hashtag #corrupcionZero.

En la Universidad de Huelva

NOTA: Este post es una edición posterior y no fue publicado originalmente en la fecha que indica.

La Oficina de Software Libre de la universidad de Huelva y la Asociación de Software Libre de la Universidad de Huelva me invitaron a impartir un taller sobre propiedad intelectual y licencias libres.

Hablando de licencias

Quiero agradecer desde aquí la labor de los organizadores (en especial a Almudena García), que hicieron todo lo posible por ayudarme y facilitarme el viaje.

Naturalmente, la presentación es libre y puede usarse.

A Emilio Calatayud

Hola Emilio.

No nos conocemos (bueno, una vez coincidimos en un evento de la UGR, algo sobre redes sociales), pero lo de leer a la gente en Internet da una sensación como de cercanía, así que me vas a permitir que te tutee.

Se ha liado un pequeño revuelo en Twitter por algo que has dicho en televisión.

Por lo visto has dicho "[...] hablando de los peligros que pueden encerrar las redes sociales para los menores, que hay niñas que se fotografían como putas y luego suben esas fotos a las redes sociales."

Que se monte revuelo en Twitter no es novedad, claro.

Pero has respondido al revuelo con un artículo dando a entender que el problema ha sido "emplear la palabra puta o puto", y que el revuelo ha sido causado por "la forma de dar el mensaje" mas que por "el contenido del mensaje".

Pero no, Emilio, no es eso.

En un momento de la película "Airbag" se ve cómo se llevan detenido a un político corrupto y miserable (interpretado por Santiago Segura) por violar a una menor. El personaje se excusa diciendo "La culpa es de los padres, que las visten como putas". El chiste (chiste negro y amargo, por lo que tiene de cotidiano) es que el infecto personaje pretende culpar a la ropa de la propia víctima de su crimen. Parece afirmar que si ella hubiera vestido más recatadamente, él no la habría violado. Soy consciente de que el concepto de "Culpa" en derecho tiene su intríngulis pero, por lo general, todos estamos de acuerdo en que la culpa de la violación es del violador.

Supongo que tú, que eres juez, lo habrás visto muchas más veces que yo, porque esto de culpar a las propias víctimas es bastante habitual, especialmente en delitos sexuales, y tiene hasta nombre en inglés: "Victim Blaming". Ya sabes "Ella se lo buscó", "Llevaba una falda muy corta", "Si sale a esas horas lo va buscando", "Vestía como una puta". Es horrible, porque afecta incluso a la propia percepción de la víctima de sí misma: Seguro que conoces casos de niños sometidos a abusos horribles que callaban porque pensaban que la culpa era de ellos mismos. Yo sí.

Soy del Zaidín. Aquí todavía, cuando hace bueno, las abuelillas sacan las sillas a la puerta a charlar al fresco. Si algún desaprensivo aprovechara y les hiciera algo, sería injusto decir "Es que hay que tener cuidado y no poner la silla en la calle". Porque el problema no es la silla. Ni la ropa. Ni la actitud.

Pero tú has tenido la mala puntería de usar casi las mismas palabras que el personaje de Santiago Segura. Para decir algo que suena casi igual. Se que tú sabes que los violadores no violan porque las niñas vistan de un modo u otro. Sé que piensas, como yo, que las niñas pueden hacerse fotos vestidas como les de la gana, que eso no justifica nada de lo que le pueda hacer cualquier cabrón. Y sé que sabes, por experiencia, que las mujeres violadas no visten ni se maquillan ni actúan de forma distinta que aquellas a las que no violan. Hay mujeres que visten "como putas" y no la violan y otras que tiene mala suerte y un cerdo se cruza en su camino. Y hay mujeres que visten y actúan como lo-que-sea-que-cosideres-recatado y les pasa exactamente lo mismo. Porque no es la ropa, ni el maquillaje, ni la actitud.

Verás, Emilio: Mucha gente cree que el comportamiento de una mujer o una niña justifica, aunque sea en parte, lo que le hagan. O su ropa. O su maquillaje. O si sale de noche o "por donde no debe". O si bebe. O si mira directamente a los ojos. O si viaja sola. O si sale de casa. Tú y yo sabemos que no es cierto, pero mucha gente lo cree. Y se hacen chistes como "Mira cómo va esa, y luego se quejan de que hay violaciones". Hay gente que cree justificado violar a una puta porque, bueno, es una puta.

Pero tú y yo sabemos que, aunque nos encerraran en una habitación repleta de niñas actuando "como putas" no las violaríamos, porque no somos violadores. Y sabemos que un violador violará a su víctima por muy recatada que vaya. Porque el problema no es la ropa, ni el maquillaje, ni la actitud.

Si hoy mismo las niñas (y las mujeres adultas, y los bomberos, y todo el mundo) dejaran de hacerse fotos "como putas" ¿Crees que habría menos violaciones? ¿Crees que los violadores dejarían de violar? No. Porque el problema no es la ropa, ni el maquillaje, ni la actitud.

Lo que sí es un problema serio es lo que, como sociedad, decimos. Porque si vamos por ahí dando a entender que "ir como una puta" es lo que causa las violaciones, es más fácil que los violadores se sientan justificados y lo usen como excusa, como el de la película. Y es más fácil que la víctima, encima de ser víctima, se sienta culpable.

Y hombre, Emilio, tú eres un juez famoso y respetado, y lo que dices se publica y propaga por todas partes. Mis amigos ponen vídeos de tus conferencias en los grupos de Wassap. Me enseñan artículos tuyos cuando estamos charlando entre cervezas. Y tu opinión es respetada. Muy respetada. Incluso cuando (me vas a perdonar) te sales de tu tema y metes la pata (a todos nos pasa). Lo que tú digas es muy influyente, sobre todo en estos temas.

Y seguramente habría sido mejor que tú, con es autoridad y respeto que tienes, dijeras que las niñas (independientemente de qué fotos se hagan) deben estar advertidas y aconsejadas, que la educación sexual es importantísima, y que los padres y madres deben darles educación y apoyo. Porque las fotos que se hagan las niñas no son el problema. Ni la ropa, ni el maquillaje, ni la actitud.

Y por eso ha sido el revuelo. No por la forma o las palabras, sino por el fondo.

Ama-gi

Ama-gi

La imagen de arriba es la palabra sumeria "ama-gi" escrita en caracteres cuneiformes (a veces también aparece como "amargi"). Se suele traducir a menudo (de forma bastante incorrecta) como "libertad" y, a veces, como "manumisión de los esclavos" (lo que es menos correcto aún). Por ello muchas organizaciones e individuos de ideología libertariana, anarco-capitalista, randiana, liberal (en el sentido económico), etc, la utilizan como símbolo.

Literalmente, significaría algo así como "regresar a la madre" [1] lo que, además de extraño, es algo bastante interesante y relevante para este post, como veremos más abajo.

Las personas y grupos que se identifican con el ama-gi están en contra del estado, y creen en los mercados (normalmente, los mercados capitalistas) como método organizativo y de distribución de la riqueza. Por ello, cuando las personas y grupos que se identifican con el ama-gi (que, a partir de ahora, voy a simplificar llamando "liberales") hablan de "libertad", se refieren a libertad para guiarse por el propio interés, tomar decisiones individuales y hacer contratos entre individuos, sin que nadie, especialmente el estado, interfiera ni ponga límites. Concretamente, suelen insistir mucho en que el estado no debe interferir en los mercados.

El concepto moderno de libertad es algo más amplio que esto, claro. Es heredero del derecho romano y la filosofía escolástica, y se podría expresar brevemente como "la capacidad de obrar sin limitaciones".

Naturalmente, esta definición es totalmente insuficiente: Siglos de filosofía y política han dado para mucho, y la cosa puede ponerse muy complicada, como se puede intuir viendo la página de wikipedia o la propia definición en el diccionario de la RAE. Pero, en general, toda definición moderna de "libertad" acaba girando en torno a cuestiones de poder: Eres más o menos libre en función de lo que puedas o no puedas hacer.

Pero, para la mayoría de los antiguos (lo que incluye a los sumerios) ser libre era una cosa mucho más concreta y definida: Ser libre era no ser un esclavo.

La palabra sumeria para esclavo está relacionada con el símbolo para "montaña" y "país extranjero" [2] (Sumeria estaba en un gran valle fluvial: las montañas eran una cosa exótica): Los esclavos sumerios eran, normalmente, extranjeros capturados en la guerra. Para los sumerios, el que tenga libertad para hacer cosas o no es secundario a la hora de caracterizar a un esclavo. Un esclavo es alguien que ha sido arrancado de su entorno social, alguien que ya no tiene amigos o familia [3]. Carecer de una red de familiares y amigos es lo que realmente convierte a la esclavitud en algo tan terrible.

¿Y por qué es tan importante esta red? Porque (además de los obvios motivos psicológicos de identidad, socialización, estima, etc), en la mayoría de las culturas la mayoría de los intercambios económicos se llevan a cabo en estas redes. Si un agricultor sumerio necesitaba algo, se lo pedía a su vecino. Y su vecino se lo daba, confiando en que algún día (normalmente no muy lejano) le devolverían el favor (y también porque sabía que esto haría mejorar su reputación, las llamadas "economías del regalo" pueden ser muy retorcidas) [4].

Pero, a veces, alguien podía tener una necesidad tan grande o tan urgente que no era posible resolverla a base de favores.

Afortunadamente, los sumerios, entre otras muchas cosas, habían inventado el dinero (quizás sería mejor decir "la contabilidad", "la unidad de cambio" o "el crédito", porque la moneda propiamente dicha se inventaría más tarde); y con el dinero, los préstamos; y con los préstamos, el interés. Si alguien lo necesitaba, podía firmar libremente un contrato con un prestamista (normalmente un mercader, un templo o un gran propietario) que era redactado en una tablilla de arcilla y firmado con un sello.

Naturalmente, los intereses solían ser desmesurados, y las condiciones del impago draconianas: Si no podías devolver el pago y los intereses, tenías que trabajar para tu deudor (junto con tu familia, probablemente) hasta completar el monto total de tu deuda. Técnicamente esta situación no era esclavitud, pero se le parecía mucho: Los intereses podían crecer tan rápido que el trabajador nunca sería liberado. Muchos, cuando se acercaba la fecha en la que no podrían saldar su deuda, preferían huir y dedicarse al pillaje o lo que fuera [3].

Ser reducido a la esclavitud por deudas es una tragedia para la propia víctima y para sus familiares, pero también para los vecinos y amigos (que pierden un miembro de su comunidad y de su red de intercambio) y para la sociedad en conjunto: Si una proporción importante de la población es esclava por deudas o prófuga, el descontento social crecerá.

Los reyes sumerios encontraron una solución a esto: A veces, con ocasión de la coronación de un nuevo rey, en alguna fecha señalada o cuando, por la razón que fuese, querían congraciarse con el pueblo, declaraban todas las deudas extinguidas. En un acto público, el rey destruía ritualmente las tablillas de arcilla que contenían esos contratos [5].

Desde ese momento, tanto los que estaban trabajando para saldar su deuda como los que habían huido para no tener que hacerlo quedaban liberados, y podían regresar a sus hogares, con sus familias. Esto era lo que se llamaba "ama-gi", "regresar a la madre".

Hay que hacer notar que los verdaderos esclavos no eran liberados: El ama-gi era una cancelación de deudas y, por tanto, sólo se aplicaba a los deudores.

El "ama-gi" es, posiblemente, el primer caso conocido en la historia de una medida gubernamental destinada a corregir el daño que los mercados causan a una sociedad.

No deja de ser divertido que ahora sea el símbolo de aquellos que reniegan del gobierno y ponen su fe en el mercado.

Referencias:

[1] The Sumerians: Their History, Culture, and Character - Samuel Noah Kramer

[2] The Cambridge World History of Slavery: Volume 1, The Ancient Mediterranean World - editado por Keith Bradley,Paul Cartledge

[3] En deuda - David Graeber

[4] Ensayo sobre el don - Marcel Mauss

[5] The Lost Tradition of Biblical Debt Cancellations - Michael Hudson

Largo y extraño viaje

No, esto no va a ir sobre drogas ni sobre los Grateful Dead.

Acaba de terminar la décima edición del Campus Infantil de Software Libre (y, creedme, me he ganado un descanso).

Además, coincidiendo con esto, también termina mi vinculación a la Oficina de Software Libre de la Universidad de Granada.

Voy a echar esto de menos.

Estos años han sido una fascinante sucesión de retos, trabajos, ideas y proyectos. He tenido la suerte de compartir los mayores logros de esta oficina: No sólo en cosas como premios, menciones o rankings sino, sobre todo, en experiencias, logros personales y humanos, y satisfacciones.

He tenido el honor de conocer a algunos de los mejores en el mundo del software. No sólo a los más conocidos o más capaces, sino también a la gente con mejores ideas, a los que han sabido superar retos, a los que están ahí día a día construyendo y aportando para todos. Algunas de las mejores personas que he conocido las he conocido en el software libre.

He hecho cosas que nunca imaginé que haría, he aportado lo que he podido (y he podido más de lo que hubiese creído que podría) y, sobre todo, he aprendido. He aprendido muchísimo.

He impartido charlas, talleres, clases y conferencias sobre los temas más dispares y a los públicos más variados. He participado en congresos internacionales (he organizado congresos internacionales). Me he ganado mis galones de "Conferenciante Internacional" (o sea, que he dado una conferencia en el extranjero). He colaborado en eventos de todo tipo y he ayudado a dar a luz proyectos fascinantes.

Es muy difícil encontrar un trabajo que sientas que encaja con tus ideas, tus intereses y tu moral. Trabajar en la Oficina de Software Libre me ha dado la oportunidad de hacer cosas que me gustan, que me satisfacen ética e intelectualmente, y con las que, creo, he podido aportar a la sociedad y ayudar a hacer el mundo un lugar un poquito mejor (una mínima e inconmensurable fracción, pero ahí está).

He aportado a esta oficina en proyectos de software libre, cultura libre, integración y solidaridad. He asesorado a montones de equipos en cosas como licencias libres, tecnologías abiertas, lenguajes de programación o metodologías de desarrollo. He administrado servidores y programado aplicaciones. He escrito informes, análisis y artículos. He negociado, rogado, amenazado y seducido. He organizado, participado y coordinado. He inventado, copiado y compartido.

Algunos proyectos han tenido más de mi alma que otros. En alguno he puesto menos convicción que en otros. Algunas veces me empeñé en que algo debía ser de un modo concreto. Creo que acerté más veces de las que me equivoqué. Quizás algún día hable más de estas cosas. Ahora no es el momento.

Muchas veces nos dijeron que algo era imposible: No era factible, no convenía políticamente, no había dinero, no era técnicamente viable. Algunas veces, a pensar de ello, lo hicimos.

Ha sido un largo y extraño viaje, siempre apoyado por los mejores compañeros que puedan desearse: Gente que ha trabajado por el software libre con convicción, esfuerzo y sacrificio, pero también con voluntad, alegría y sed por aprender. No voy a enumerarlos a ellos ni a sus muchos méritos, pero me siento terriblemente afortunado de haberlos tenido a mi lado.

En especial, quiero manifestar mi absoluto agradecimiento al Director de la Oficina de Software Libre, JJ Merelo que, desde el principio, me dio una confianza y un apoyo que espero no haber decepcionado. Es difícil encontrar una persona que tenga un nivel de exigencia tan alto y, a la vez, que sepa darte tanta confianza y libertad de acción.

Ha sido un honor y un placer trabajar en esta Oficina, con estas personas, haciendo estas cosas.

Naturalmente, seguiré en contacto con la Oficina de Software Libre, con JJ Merelo y con todos mis compañeros (en el momento de publicar esto, estoy a punto de salir a compartir unas merecidas cervezas con ellos), y siempre estaré a su disposición para lo que necesiten.

Le debo mucho a esta oficina.

Aunque tengo proyectos a la vista, no estoy seguro de a donde se dirige ahora mi camino. Lo que, dicho sea de paso, no es ninguna novedad. Me enfrento al futuro sin miedo y permanezco abierto a lo que pueda surgir.

En la medida de lo posible, seguiré luchando las mismas batallas en la misma guerra. Pero esta vez será desde otra trinchera.

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