¡Oh! ¿No te lo había dicho ya?
Ya no hay más desplegables. Han durado todo un año, y es tiempo más que suficiente.
De modo que, si venías aquí sólo por ver esos guapos modelos de fin de mes (que es una razón tan buena como otra cualquiera), me temo que se acabó.
A modo de despedida, te dejo aquí la lista de desplegables del año pasado:
De nuevo, gracias a todos.
No está la cosa para tonterías, así que es mejor avisar a tiempo, para que a la gente no le de un soponcio:
De todos modos, creo que esta camiseta, fotografiada por Lady Vervaine en Londres, solo es apta para los amantes de los deportes de riesgo...
Y es que tengo claro que quiero ver a la gente como De Juana —que mató a 25 personas, el muy Jolagran, no lo olvidemos—, mucho tiempo en el talego. Lo que me acojona de la cuestión es que a uno le puedan cambiar las reglas, el tablero y hasta el taburete por una polla, en mitad de la partida. O que dichas reglas dependan de quién seas. Porque uno debe de poder confiar en el sistema. La Justicia debe llevar venda, espada, balanza y túnica. No un parche, un sable, un loro y las tetas al aire.
Recortado de Halón Disparado » Basta de pensamiento binario (o Las tetas de la Justicia)
Una pareja puede serlo para un baile o una partida de Mus (para una de poker es preferible un trío o, si es posible, una escalera de color). También para una cena o para una noche de regocijo carnal (o de tedio carnal, que también pasa).
Para una competición de tenis por parejas o para el intercambio (de parejas, no de tenis) hacen falta, al menos, dos (parejas de nuevo, no competiciones).
La de la Guardia Civil es una pareja clásica, mientras que la pareja de solipsistas es bastante más inusual.
Las parejas de sucidas, como los duelos de pistoleros, duran hasta que la muerte los separa pero, en general y hablando en valores absolutos, la sensatez sugiere que una pareja no debería durar demasiado si se quiere conservar la salud mental. Digamos no más de tres meses. Máximo seis en los casos más extremos.
Todo lo demás es Síndrome de Estocolmo.
Toda esta sarta de sandeces es para recordarme a mí mismo (y dejar aquí registrado) que ya hace tres años que Li y yo somos una pareja.
Acaba de empezar a nevar en Granada.
Si fuera otro lugar, decir "nevar" sería forzar el lenguaje. Lo que quiero decir es que han empezado a caer algunos copos de nieve que se derriten en cuanto tocan el suelo.
Me he cruzado con un tipo que exclamaba "¡La vin, que nevazo!".
Como por aquí no estamos demasiado acostumbrados a enfrentarnos a este tipo de meteoros, la reacción de los granadinos ante la nieve seguramente chocará a los forasteros:
La gente se pone nerviosa y comienza a mirar a su alrededor, intentando descubrir si los demás también están viendo lo mismo. Cuando llegan a la conclusión de que no es ninguna clase de ilusión óptica, aceleran el paso y agachan la cabeza, escondiéndola entre los hombros. Pero todos con una sonrisa de oreja a oreja.
Por cierto: En lo que he tardado en escribir esto, ya ha parado de nevar.