Psicofonías

(algo así como el blog de Psicobyte)

Una mirada a la oscuridad

Una mirada a la oscuridad

La película

Ni siquiera sabía que estaban preparando una película, pero leo en un post de pjorge que ya hay un trailer de la versión cinematográfica de la novela de Dick "Una mirada a la oscuridad".

Actores reales tratados con ordenador hasta el punto de parecer personajes de animación. Tiene buena pinta (Para los que hayan leido la novela: Ojo al efecto del monotraje mezclador).

La novela

Imaginate que eres un policía encubierto luchando en contra de la droga más sofisticada conocida. Como la propia policía está infestada de chivatos, topos y espías, siempre que te relaccionas con tus compañeros llevas un traje especial que impide que te reconozcan.

Pero además tratas de infiltrarte entre los narcotraficantes: Actuas como un pequeño traficante de drogas en un barrio marginal.

Y te encargan la misión de investigarte a tí mismo, introducir cámaras en tu propia casa, llenar de micrófonos tu dormitorio y escuchar tus propias conversaciones telefónicas.

El auténtico problema empieza cuando notas que el tipo que estás espiando (y que eres tú mismo) hace cosas que no recuerdas haber hecho cuando eras él.

Para que te hagas una idea, Te regalo un fragmento de Una mirada a la oscuridad. Si no te parece suficiente, te recomiendo encarecidamente que te pases por la Página Preservadora. Si eres fan de Dick, o simplemente aficionado a la ciencia ficción, no te arrepentirás.

Pagó al taxista, sacó la llave de la puerta y entró en la casa.

Sintió al instante una invisible mirada: las holocámaras observándole. Una sensación que advirtió nada más cruzar la entrada. Estaba solo, no había nadie más en la casa. ¡Falso! Estaba con las holocámaras, insidiosas e invisibles, observando y grabando su imagen, todo lo que hiciera o dijera.

Igual que te observan los garabatos pintados en las paredes de unos urinarios públicos, pensó. ¡SONRÍE! ¡ES UNA FOTO ESPONTÁNEA! En cuanto entro en esta casa, vuelvo a ser yo. Una situación pavorosa que no le gustaba nada y de la que era consciente desde el primer día. Habían llegado a casa tras el "incidente de la mierda de perro" -así lo denominaba él mismo-, y ni siquiera aquella visión podía borrar la sensación de estar vigilado por las holocámaras, la sensación que cada día se volvía más insoportable.

-No hay nadie en casa, supongo -dijo en voz alta, siguiendo su costumbre.

También las unidades de vigilancia habrían grabado eso, seguro. Soy un actor ante la cámara, pensó, y actúo como si esa cámara no existiese, o la toma no serviría para nada.

Es la única toma. En esta mierda de película no hay una segunda posibilidad. O la primera sale bien, o se elimina. Pero yo soy el eliminado. El castigo es para mí, no para los que observan los monitores.

Mi única salida es vender la casa, decidió. Ya está hecha un asco, pensándolo bien... Pero... amo esta casa. ¡No hay salida!

Nadie podrá echarme de aquí.

Por ninguna razón, ya pueden inventarse lo que quieran.

Suponiendo que haya alguien dispuesto a buscar motivos.

Puede ser algo que sólo exista en mi imaginación. "Ellos", los que me observan. Paranoia. O quizá sea "lo" que me está observando, algo carente de personalidad.

Da lo mismo: "ellos" o "lo", pero no es nada humano.

Al menos, eso me dicta mi criterio. No sé reconocerlo como humano.

Una situación absurda, pensó, pero pavorosa al mismo tiempo. Un ser muy simple me está haciendo algo, aquí, en mi propia casa, delante de mis ojos.

Probablemente esta no sea la mejor novela de Dick (Prefiero, por ejemplo, la estupenda ucronía "El hombre en el castillo"). Tampoco es la obra más lisérgica de este enloquecido autor (cuya locura consitía en creerse loco). Pero probablemente es la más paranoica que escribió.

Philiph K. Dick

Philiph K. Dick (Que, casulamente, hoy mismo hace 23 años que falleció) es el arquetipo del escritor de ciencia ficción excéntrico hasta el borde de la locura: Llegó a ver a Dios (en forma de rayo laser de color rosa) y escribió a raiz de ello una serie de novelas parcialmente autobiográficas (VALIS, La invasión divina y Radio Libre Albemuth). Los personajes de Dick son siempre antihéroes inmersos en una historia que no suelen comprender y a la que desearían no pertencer. El límite entre ilusiones, sueños y realidad se desdibuja, a menudo hasta desaparecer completamente, y los personajes (y el lector) dudan de su propia identidad, de su realidad o de su sola existencia.

Hace poco José Manuel habló de Dick en su blog. Yo solo añado a su resumen que Dick fué un tipo bastante prolífico, que se movía estupendamente bién en el relato corto, y que, probablemente, es el autor de ciencia ficción del que más obras se han adaptado al cine.

En resumen, es uno de esos autores que tienen desde fans incondicionales hasta otros lectores a los que, bueno, no les acaba de convencer.

La carta

Sobre el asunto de la locura de Dick, hay una vieja anécdota que cuento siempre que tengo oportunidad (últimamente creo que ha salido en todas las kedadas) según la cual Dick acusó antel el FBI a otro autor de ciencia ficción, el magnífico Stanislav Lem, de ser en realidad un espía soviético.

He encontrado el texto de la carta (fechada en 1974) en las FAQ de la propia página oficial de Lem, y te copio aquí un fragmento:

[...] all of them without exception represent dedicated outlets in a chain of command from Stanislaw Lem in Krakow, Poland, himself a total Party functionary (I know this from his published writing and personal letters to me and to other people). For an Iron Curtain Party group -Lem is probably a composite committee rather than an individual, since he writes in several styles and sometimes reads foreign, to him, languages and sometimes does not - to gain monopoly positions of power from which they can control opinion through criticism and pedagogic essays is a threat to our whole field of science fiction and its free exchange of views and ideas [...].

Que, en español, dice más o menos esto:

[...] todos ellos, sin excepciones, representan conexiones dedicadas en una cadena de comando desde Stanislav Lem, en Cracovia, Polonia, un funcionario del partido (lo sé por sus obras publicadas y por las cartas personales que envió a mí y a otras personas). Que un grupo del Partido de la Cortina de Hierro -Lem es probablemente un comité compuesto más que un individuo, dado que escribe en varios estilos y a veces lee idiomas extranjeros, y a veces no lo hace-, gane posiciones monopólicas de poder desde las cuales pueda controlar la opinión a través de la crítica y los ensayos pedagógicos, es una amenaza para nuestro campo de la ciencia ficción y su libre intercambio de visiones e ideas [...].

(Las negritas son mías)

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