Psicofonías

(algo así como el blog de Psicobyte)

Modelo para un himno

Parece que se está poniendo de moda escribir letras para himnos patrios.

Hay un clamor nacional por dar por fin una letra oficial al himno de España, y los intentos que se han llevado a cabo hasta ahora no parecen dar resultados adecuados.

Hacer la letra de un himno, como cualquier obra literaria, no es tarea fácil. Para empezar, hay que pensar muy bien lo que se quiere decir, y sólo entonces se puede empezar a hacer poesía.

Por eso he hecho este rápido esquema de referencia para que los autores lo tengan más fácil.

La idea es usar los conceptos indicados para, poniéndolos de forma más o menos poética, construir un himno nacional como debe ser.

No es necesario ponerlos todos (especialmente los marcados como "OPCIONAL), pero sí es buena idea que aparezca la mayoría de ellos.

Del mismo modo, el orden tampoco tiene por qué ser necesariamente el mismo en el que aparecen aquí.

No olvides que esto no está pensado para ser usado tal cual: Hay que adaptar los conceptos a un lenguaje adecuadamente poético, inspirador y grandilocuente.

Vamos a ello:

Himno nacional de [INSERTE NOMBRE DE SU NACIÓN AQUÍ]

[INSERTE NOMBRE DE SU NACIÓN AQUÍ, MEJOR SI ES VARIAS VECES]

Mi nación es mi patria y es muy importante ser patriota.

¡Joder! ¡Cuánto quiero a mi nación!

NOSOTROS somos patriotas que amamos mi nación. Al contrario que ELLOS, que son peores que NOSOTROS.

El simple hecho de haber nacido aquí hace que seas mejor. Y,lo que es más importante, hace que seas uno de NOSOTROS.

No somos individuos, somos parte de mi nación.

Mi nación ha existido desde hace mucho y, por alguna razón, eso hace que sea más auténtica. Además será eterna.

Mi nación es un compendio de cosas buenas y está llena de gente que de verdad mola. No como las otras.

Sol, paisajes, abundancia, cultivos, familias, bosques, gente en el campo, flores, cielo, etc.

La bandera de de mi patria tiene esta forma y esos colores. Y es guay.

NOSOTROS somo amistosos y fraternales entre NOSOTROS. No como ELLOS, claro.

(OPCIONAL) Mencionar a Dios en agradecimiento por mi nación.

A pesar de que el resto de naciones no son tan molonas como la mía, NOSOTROS les ofrecemos nuestra amistad y les damos ejemplo y guía (incluso si no quieren, desagradecidos).

Hay que proteger mi nación de aquellos que nos tienen odio y envidia porque somos mejores.

Hay que dar la vida por mi nación. Y matar a patriotas de otras naciones, de camino.

En general, es importante recordar que hay que matar gente en nombre de mi nación.

(OPCIONAL) Recordatorio de alguna vez pasada en la que matamos gente en nombre de mi nación.

(OPCIONAL) Insistir en lo de Sol, paisajes, abundancia, cultivos, familias, bosques, gente en el campo, flores, cielo, etc.

IMPORTANTE:

Sazonar con metáforas floridas. Muchas.

Es importante que el tono general sea "Los de esta nación molamos más que los demás y por eso debes dar tu vida por ella".

Por alguna razón, las imágenes de gente trabajando en el campo molan, pero las de gente trabajando en fábricas no (posible excepción para naciones muy comunistas).

No importa que el concepto de nación tal como lo conocemos apareciera a finales del siglo XVIII. La nación debe ser muy antigua. Si no encuentras un pasado remoto al que agarrarte (real o mítico), te lo inventas.

Se puede permitir una excepción a lo anterior si la nación está en América, en cuyo caso habrá que hablar de cómo la nación se liberó del yugo y las cadenas impuestas por ELLOS.

Nuestros muertos son siempre heroicos. Sus muertos son tiranos, agresores y malvados.

Insistir en que la nación está por encima de todo, incluida la vida. Especialmente de la vida.

Cuidado con las formas: Es mejor decir "Defender nuestra tierra de sus enemigos" que "Matar a los que no son de aquí".

NOTA: Este material se puede usar libremente. Si haces un himno para tu nación usando este esquema, me gustaría conocerlo.

Coches, bicis y opresión

La realidad es más compleja y rica que cualquier modelo, metáfora o descripción que pueda hacerse, pero la virtud de un modelo no se basa en su exhaustividad, sino en su precisión a la hora de hacer notar los aspectos relevantes de la realidad que describe.

Por las calzadas de calles y carreteras circulan muchas clases de vehículos, pero hoy quiero hablarte de automóviles y bicicletas.

Automovilistas y ciclistas comparten calles y vías, se rigen por las mismas normativas (el código de circulación) y siguen las mismas señales e indicaciones.

Y, sin embargo, sus circunstancias y forma de desenvolverse en la calzada son completamente distintas. Los ciclistas sienten que no sólo están en desventaja frente a los automovilistas sino que, a menudo, son directamente las víctimas. Circulan con miedo de lo que pueda hacer un conductor, ven cómo los coches se imponen en cruces y carriles, padecen arriesgados adelantamientos a gran velocidad, y se resignan a conformarse con los espacios que se les permite. Hay gente, incluso, que no se atreve a usar la bicicleta en ciudad.

En resumen que, según el sentir de muchos (especialmente muchos ciclistas), los automovilistas oprimen a los ciclistas.

¿Opresión? Responden otros (normalmente automovilistas). Si bien es cierto que algunos conductores tratan mal a los ciclistas o abusan de ellos, incluso llegando a poner en riesgo su vida, se trata de una minoría y no es para nada algo habitual. La mayoría de los automovilistas siente un intachable respeto por los que montan en bicicleta y, como mucho, bromearán, tocarán el claxon, o gritarán en la intimidad de su coche (No puedo evitar la tentación de llamar a esto "Argumento Not All Dirvers").

De hecho, los ciclistas también tienen comportamientos de los que avergonzarse, cruzándose sin avisar, circulando imprudentemente o maniobrando sin el debido cuidado. Incluso arriesgando su propia vida.

Y aquí está el problema fundamental.

No se trata de un enfrentamiento entre malvados conductores al volante de su coche frente a pobres e inocentes usuarios de bicicleta.

Describir la opresión en términos de individuos es un error.

La opresión no es el mero resultado de las actitudes individuales de unos y de otros. La opresión es el producto de las relaciones asimétricas que se dan en un contexto de distribución desigual del poder.

Las vías están diseñadas para los automóviles y son los automóviles los que pueden sacar total provecho de sus características. El diseño, las limitaciones de velocidad, las dimensiones y proporciones, los materiales, el número de carriles... Todo ello está concebido para vehículos a motor a gran velocidad.

Además, el coche es un vehículo rápido, ruidoso y pesado, y tremendamente resistente y peligroso en comparación con una bicicleta. En una situación de riesgo entre un automóvil y una bicicleta, un error del ciclista es peligroso para el ciclista. Pero un error del conductor es también peligroso para el ciclista.

La costumbre, los hechos consumados y la tradición hacen que demos por hecho que esta situación es natural, una consecuencia directa de lo que es ser un ciclista o un conductor. Asumimos que los conductores son de un modo y los ciclistas de otro. Damos por hecho incluso limitaciones que están más allá de la realidad (errores como "Si hay carril bici, la ley prohíbe a las bicicletas circular por la calzada"). Pero el hecho es que la situación de los ciclistas no es sólo de desventaja relativa ante los automovilistas, sino que existe un perjuicio objetivo y que esa situación mejoraría si no hubiese automóviles.

En prácticamente cualquier situación en la que se enfrenten los intereses de un conductor y un ciclista, aunque no se trate de un conflicto importante o una situación de riesgo, es más probable que el conductor sea el que acabe obteniendo lo que desea. Si uno de los dos tiene que detenerse, o esperar, o apartarse, en la mayoría de los casos lo hará el ciclista.

La opresión, a pesar de novelas y películas, no suele consistir en latigazos, torturas o maltrato directo (esto son sólo los casos más extremos). La opresión, normalmente, se muestra de un modo mucho más trivial, más cotidiano (y, por tanto, más insidioso).

El problema no es que un conductor abuse, grite o expulse de la vía a un ciclista. El problema es que la relación de fuerzas entre automovilistas y ciclistas está claramente a favor de los primeros.

Por eso los que afirman que esa opresión no existe porque la mayoría de los conductores son bienintencionados se equivocan. La actitud personal, la responsabilidad individual de los conductores no es el problema (o no es todo el problema). De hecho, es más un efecto del sistema de opresión que su causa: Los conductores "malvados" se pueden permitir el lujo de serlo porque hay un entorno que les da facilidades para ello o, al menos, que no se lo impide.

Pero, por la misma razón, también se equivocan los que opinan que basta con que los conductores cambien su actitud para acabar con la opresión: Si el sistema no cambia, si no se modifica la distribución de poder, no se puede acabar con la opresión. Por mucho que los conductores cambien su actitud ante los ciclistas, los coches seguirán siendo más rápidos, pesados y peligrosos que las bicicletas, las normas de circulación seguirán dando ventaja de forma implícita a los automóviles y las calzadas seguirán estando diseñadas para estos. En una situación de conflicto entre un coche y una bicicleta, el coche seguirá teniendo las de ganar.

De hecho, el mismo sistema que resulta en la opresión de los ciclistas también limita la capacidad de acción de los automovilistas. Aunque el automóvil esté en la parte ganadora del sistema, también está constreñido por este. Un hipotético conductor bienintencionado que, por ejemplo, circulase a baja velocidad para no perturbar a un ciclista, seguramente se vería acosado por otros conductores o, incluso, podría acabar recibiendo una multa. Ser el que sale ganando en la distribución de poder no implica ser completamente libre.

Contra la opresión se lucha atacando a sus causas. Esto es: cambiando las estructuras de poder.

A veces, grupos de ciclistas organizan las llamadas "Masas críticas". La idea es organizar una concentración de ciclistas tan grande que, durante la duración de esta, sean ellos los que tengan el control de la vía. Durante un breve periodo de tiempo son las bicicletas las que tienen el poder de excluir a los coches de la circulación. Durante una Masa Crítica se sacuden temporalmente las estructuras de poder.

Otra herramienta son los carriles-bici. Para algunos son un logro en la lucha contra la opresión, porque consigue construir un entorno seguro donde las bicicletas pueden circular sin el peligro de los automóviles. Para otros, un error, porque asume la posición derrotista de que en realidad es imposible acabar con la opresión y sólo cabe rendirse y evitar el contacto entre ciclistas y coches.

Los cambios legislativos, las leyes enfocadas directamente a atacar el problema, son otra forma de enfrentarse a la opresión. La ley que permite a los ciclistas (¡pero no a los automóviles!) circular en paralelo, o la que obliga a los conductores a mantener cierta distancia cuando adelantan a una bicicleta, sirven para mejorar la situación de los ciclistas en la vía.

Al escuchar esta historia, a pesar de las advertencias, es muy difícil no caer en el esquema "ciclistas buenos, conductores malos".

Pero, a veces, los usuarios de bicicleta, en vista de que no pueden competir con los coches, deciden abandonar la lucha y huir de la calzada a la acera.

Y allí todo cambia, se vuelven las tornas. Porque en la acera el equilibrio de poder es totalmente distinto. Aquí el ciclista se enfrenta al peatón, que está en desventaja ante la bicicleta. En un golpe entre un ciclista y un peatón es este último el que lleva las de perder. Es el ciclista el que circula más rápido y el que sorprende y asusta a los peatones. Es el ciclista el que, en definitiva, resulta ser el opresor.

Pero no se trata de un enfrentamiento entre malvados ciclistas al manillar de su bicicleta frente a pobres e inocentes peatones.

Se trata de relaciones asimétricas en un contexto de distribución desigual de poder.

A Emilio Calatayud

Hola Emilio.

No nos conocemos (bueno, una vez coincidimos en un evento de la UGR, algo sobre redes sociales), pero lo de leer a la gente en Internet da una sensación como de cercanía, así que me vas a permitir que te tutee.

Se ha liado un pequeño revuelo en Twitter por algo que has dicho en televisión.

Por lo visto has dicho "[...] hablando de los peligros que pueden encerrar las redes sociales para los menores, que hay niñas que se fotografían como putas y luego suben esas fotos a las redes sociales."

Que se monte revuelo en Twitter no es novedad, claro.

Pero has respondido al revuelo con un artículo dando a entender que el problema ha sido "emplear la palabra puta o puto", y que el revuelo ha sido causado por "la forma de dar el mensaje" mas que por "el contenido del mensaje".

Pero no, Emilio, no es eso.

En un momento de la película "Airbag" se ve cómo se llevan detenido a un político corrupto y miserable (interpretado por Santiago Segura) por violar a una menor. El personaje se excusa diciendo "La culpa es de los padres, que las visten como putas". El chiste (chiste negro y amargo, por lo que tiene de cotidiano) es que el infecto personaje pretende culpar a la ropa de la propia víctima de su crimen. Parece afirmar que si ella hubiera vestido más recatadamente, él no la habría violado. Soy consciente de que el concepto de "Culpa" en derecho tiene su intríngulis pero, por lo general, todos estamos de acuerdo en que la culpa de la violación es del violador.

Supongo que tú, que eres juez, lo habrás visto muchas más veces que yo, porque esto de culpar a las propias víctimas es bastante habitual, especialmente en delitos sexuales, y tiene hasta nombre en inglés: "Victim Blaming". Ya sabes "Ella se lo buscó", "Llevaba una falda muy corta", "Si sale a esas horas lo va buscando", "Vestía como una puta". Es horrible, porque afecta incluso a la propia percepción de la víctima de sí misma: Seguro que conoces casos de niños sometidos a abusos horribles que callaban porque pensaban que la culpa era de ellos mismos. Yo sí.

Soy del Zaidín. Aquí todavía, cuando hace bueno, las abuelillas sacan las sillas a la puerta a charlar al fresco. Si algún desaprensivo aprovechara y les hiciera algo, sería injusto decir "Es que hay que tener cuidado y no poner la silla en la calle". Porque el problema no es la silla. Ni la ropa. Ni la actitud.

Pero tú has tenido la mala puntería de usar casi las mismas palabras que el personaje de Santiago Segura. Para decir algo que suena casi igual. Se que tú sabes que los violadores no violan porque las niñas vistan de un modo u otro. Sé que piensas, como yo, que las niñas pueden hacerse fotos vestidas como les de la gana, que eso no justifica nada de lo que le pueda hacer cualquier cabrón. Y sé que sabes, por experiencia, que las mujeres violadas no visten ni se maquillan ni actúan de forma distinta que aquellas a las que no violan. Hay mujeres que visten "como putas" y no la violan y otras que tiene mala suerte y un cerdo se cruza en su camino. Y hay mujeres que visten y actúan como lo-que-sea-que-cosideres-recatado y les pasa exactamente lo mismo. Porque no es la ropa, ni el maquillaje, ni la actitud.

Verás, Emilio: Mucha gente cree que el comportamiento de una mujer o una niña justifica, aunque sea en parte, lo que le hagan. O su ropa. O su maquillaje. O si sale de noche o "por donde no debe". O si bebe. O si mira directamente a los ojos. O si viaja sola. O si sale de casa. Tú y yo sabemos que no es cierto, pero mucha gente lo cree. Y se hacen chistes como "Mira cómo va esa, y luego se quejan de que hay violaciones". Hay gente que cree justificado violar a una puta porque, bueno, es una puta.

Pero tú y yo sabemos que, aunque nos encerraran en una habitación repleta de niñas actuando "como putas" no las violaríamos, porque no somos violadores. Y sabemos que un violador violará a su víctima por muy recatada que vaya. Porque el problema no es la ropa, ni el maquillaje, ni la actitud.

Si hoy mismo las niñas (y las mujeres adultas, y los bomberos, y todo el mundo) dejaran de hacerse fotos "como putas" ¿Crees que habría menos violaciones? ¿Crees que los violadores dejarían de violar? No. Porque el problema no es la ropa, ni el maquillaje, ni la actitud.

Lo que sí es un problema serio es lo que, como sociedad, decimos. Porque si vamos por ahí dando a entender que "ir como una puta" es lo que causa las violaciones, es más fácil que los violadores se sientan justificados y lo usen como excusa, como el de la película. Y es más fácil que la víctima, encima de ser víctima, se sienta culpable.

Y hombre, Emilio, tú eres un juez famoso y respetado, y lo que dices se publica y propaga por todas partes. Mis amigos ponen vídeos de tus conferencias en los grupos de Wassap. Me enseñan artículos tuyos cuando estamos charlando entre cervezas. Y tu opinión es respetada. Muy respetada. Incluso cuando (me vas a perdonar) te sales de tu tema y metes la pata (a todos nos pasa). Lo que tú digas es muy influyente, sobre todo en estos temas.

Y seguramente habría sido mejor que tú, con es autoridad y respeto que tienes, dijeras que las niñas (independientemente de qué fotos se hagan) deben estar advertidas y aconsejadas, que la educación sexual es importantísima, y que los padres y madres deben darles educación y apoyo. Porque las fotos que se hagan las niñas no son el problema. Ni la ropa, ni el maquillaje, ni la actitud.

Y por eso ha sido el revuelo. No por la forma o las palabras, sino por el fondo.

Ama-gi

Ama-gi

La imagen de arriba es la palabra sumeria "ama-gi" escrita en caracteres cuneiformes (a veces también aparece como "amargi"). Se suele traducir a menudo (de forma bastante incorrecta) como "libertad" y, a veces, como "manumisión de los esclavos" (lo que es menos correcto aún). Por ello muchas organizaciones e individuos de ideología libertariana, anarco-capitalista, randiana, liberal (en el sentido económico), etc, la utilizan como símbolo.

Literalmente, significaría algo así como "regresar a la madre" [1] lo que, además de extraño, es algo bastante interesante y relevante para este post, como veremos más abajo.

Las personas y grupos que se identifican con el ama-gi están en contra del estado, y creen en los mercados (normalmente, los mercados capitalistas) como método organizativo y de distribución de la riqueza. Por ello, cuando las personas y grupos que se identifican con el ama-gi (que, a partir de ahora, voy a simplificar llamando "liberales") hablan de "libertad", se refieren a libertad para guiarse por el propio interés, tomar decisiones individuales y hacer contratos entre individuos, sin que nadie, especialmente el estado, interfiera ni ponga límites. Concretamente, suelen insistir mucho en que el estado no debe interferir en los mercados.

El concepto moderno de libertad es algo más amplio que esto, claro. Es heredero del derecho romano y la filosofía escolástica, y se podría expresar brevemente como "la capacidad de obrar sin limitaciones".

Naturalmente, esta definición es totalmente insuficiente: Siglos de filosofía y política han dado para mucho, y la cosa puede ponerse muy complicada, como se puede intuir viendo la página de wikipedia o la propia definición en el diccionario de la RAE. Pero, en general, toda definición moderna de "libertad" acaba girando en torno a cuestiones de poder: Eres más o menos libre en función de lo que puedas o no puedas hacer.

Pero, para la mayoría de los antiguos (lo que incluye a los sumerios) ser libre era una cosa mucho más concreta y definida: Ser libre era no ser un esclavo.

La palabra sumeria para esclavo está relacionada con el símbolo para "montaña" y "país extranjero" [2] (Sumeria estaba en un gran valle fluvial: las montañas eran una cosa exótica): Los esclavos sumerios eran, normalmente, extranjeros capturados en la guerra. Para los sumerios, el que tenga libertad para hacer cosas o no es secundario a la hora de caracterizar a un esclavo. Un esclavo es alguien que ha sido arrancado de su entorno social, alguien que ya no tiene amigos o familia [3]. Carecer de una red de familiares y amigos es lo que realmente convierte a la esclavitud en algo tan terrible.

¿Y por qué es tan importante esta red? Porque (además de los obvios motivos psicológicos de identidad, socialización, estima, etc), en la mayoría de las culturas la mayoría de los intercambios económicos se llevan a cabo en estas redes. Si un agricultor sumerio necesitaba algo, se lo pedía a su vecino. Y su vecino se lo daba, confiando en que algún día (normalmente no muy lejano) le devolverían el favor (y también porque sabía que esto haría mejorar su reputación, las llamadas "economías del regalo" pueden ser muy retorcidas) [4].

Pero, a veces, alguien podía tener una necesidad tan grande o tan urgente que no era posible resolverla a base de favores.

Afortunadamente, los sumerios, entre otras muchas cosas, habían inventado el dinero (quizás sería mejor decir "la contabilidad", "la unidad de cambio" o "el crédito", porque la moneda propiamente dicha se inventaría más tarde); y con el dinero, los préstamos; y con los préstamos, el interés. Si alguien lo necesitaba, podía firmar libremente un contrato con un prestamista (normalmente un mercader, un templo o un gran propietario) que era redactado en una tablilla de arcilla y firmado con un sello.

Naturalmente, los intereses solían ser desmesurados, y las condiciones del impago draconianas: Si no podías devolver el pago y los intereses, tenías que trabajar para tu deudor (junto con tu familia, probablemente) hasta completar el monto total de tu deuda. Técnicamente esta situación no era esclavitud, pero se le parecía mucho: Los intereses podían crecer tan rápido que el trabajador nunca sería liberado. Muchos, cuando se acercaba la fecha en la que no podrían saldar su deuda, preferían huir y dedicarse al pillaje o lo que fuera [3].

Ser reducido a la esclavitud por deudas es una tragedia para la propia víctima y para sus familiares, pero también para los vecinos y amigos (que pierden un miembro de su comunidad y de su red de intercambio) y para la sociedad en conjunto: Si una proporción importante de la población es esclava por deudas o prófuga, el descontento social crecerá.

Los reyes sumerios encontraron una solución a esto: A veces, con ocasión de la coronación de un nuevo rey, en alguna fecha señalada o cuando, por la razón que fuese, querían congraciarse con el pueblo, declaraban todas las deudas extinguidas. En un acto público, el rey destruía ritualmente las tablillas de arcilla que contenían esos contratos [5].

Desde ese momento, tanto los que estaban trabajando para saldar su deuda como los que habían huido para no tener que hacerlo quedaban liberados, y podían regresar a sus hogares, con sus familias. Esto era lo que se llamaba "ama-gi", "regresar a la madre".

Hay que hacer notar que los verdaderos esclavos no eran liberados: El ama-gi era una cancelación de deudas y, por tanto, sólo se aplicaba a los deudores.

El "ama-gi" es, posiblemente, el primer caso conocido en la historia de una medida gubernamental destinada a corregir el daño que los mercados causan a una sociedad.

No deja de ser divertido que ahora sea el símbolo de aquellos que reniegan del gobierno y ponen su fe en el mercado.

Referencias:

[1] The Sumerians: Their History, Culture, and Character - Samuel Noah Kramer

[2] The Cambridge World History of Slavery: Volume 1, The Ancient Mediterranean World - editado por Keith Bradley,Paul Cartledge

[3] En deuda - David Graeber

[4] Ensayo sobre el don - Marcel Mauss

[5] The Lost Tradition of Biblical Debt Cancellations - Michael Hudson

Iros

Dicen que la Real Academia de la Lengua va a admitir el uso de la forma imperativa "iros". La noticia no ha gustado a casi nadie y, al saberse, se ha liado un pequeño tumulto.

Pero ¿Por qué?

¿Por qué nos parece tan terrible que se acepte un uso lingüístico concreto?

Voy a lanzar una hipótesis desde un punto de vista sociológico:

En mi planteamiento de este texto empleo aproximadamente la perspectiva del sociólogo francés Pierre Bordieu. Las buenas ideas son suyas, los errores son todos míos. Al final, por si te ha picado la curiosidad, recomiendo un libro.

La Real Academia de la Lengua tiene dos misiones.

La primera, más o menos contenida en su lema "Limpia, fija y da esplendor", es la de registrar, hacer oficiales y, en la medida de lo posible, controlar los cambios en la lengua, para mantenerla como un todo coherente.

Es una labor a veces difícil y a veces imposible, porque el idioma evoluciona a manos de los propios hablantes, de forma natural, distribuida y no deliberada. A veces la Real Academia de la Lengua consigue, amparándose en su prestigio social (hablaremos de eso más abajo), imponer algún uso sobre otro. Pero, en la mayoría de los casos, no le queda otra que resignarse y observar la evolución natural del lenguaje. Como no hay ninguna norma lingüística que sea objetivamente superior a otra (es decir, las características propias de cada dialecto son "arbitrariedades culturales") no existe ningún motivo racional para preferir una a otra, y no tiene sentido que nadie se sienta molesto cuando la Real Academia de la Lengua registra algún cambio.

Y sin embargo, ocurre: Mucha gente protesta ante cada cambio en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, batallando en las trincheras de cada definición, cada tilde y cada verbo irregular. Nos sentimos heridos porque admiten "almóndiga", nos ofende que quiten el acento de "sólo" y gritamos furibundos ante la inclusión de "iros". Nos duele.

¿Por qué nos resulta tan terrible que la Real Academia de la Lengua acepte una forma lingüística tan extendida?

Míralo de este modo: Si los dos únicos criterios posibles para definir la "validez" de un uso lingüístico son el que se use realmente o el que esté admitido por la Real Academia ¿por qué decimos que la forma imperativa "iros" es incorrecta? Se usa (y mucho) y, ahora, está admitida. ¿Por qué nos sigue doliendo?

Porque la Real Academia de la Lengua tiene dos misiones, y aún no hemos visto la segunda.

La segunda labor no está en su lema, no es oficial y, de hecho, ni siquiera es deliberada. Pero está ahí y todos la admitimos tácitamente.

La Real Academia de la Lengua es una herramienta. Una estructura que sostiene al lenguaje como marcador social para distinguir la clase social y el estatus de los individuos.

El "Español de la Real Academia" no se puede entender en la práctica como el "Español de todos los hablantes", sino como un dialecto concreto que indica un capital social y cultural. Un "hábitus" en el sentido de Bordieu, que marca a alguien como perteneciente a estratos sociales superiores.

La Real Academia de la Lengua actuaría en este sentido como una "autoridad pedagógica impuesta", indicando qué parte del español es el que denota "Cultura". Y esa "Cultura" forma parte de los conocimientos que permiten un cierto acceso al poder, claro, pero también sirve como marcador social, como indicador del grupo social al que pertenece un individuo.

Cuando la Real Academia de la Lengua acepta un elemento del lenguaje que asociamos con un registro "de clase baja" sentimos que se difuminan un poco las barreras que diferencian a los que "hablamos bien" de los que "hablan mal". Aunque nos auto-justifiquemos de mil modos distintos, sentimos que nos están "desclasando".

Por eso nos duele tanto.

Para conocer más profundamente esta perspectiva de las instituciones culturales, recomiendo encarecidamente el libro "La distinción. Criterios y bases sociales del gusto.", de P. Bordieu.
PPCMS 2022