Psicofonías

(algo así como el blog de Psicobyte)

De botellones y libros

Antes de nada, me sumo a la curiosa convocatoria ideada por Pandragoq:

REUNIÓN LECTORA GRANADINA

Desde aquí os invito a todos a reunirnos en los jardines del triunfo, a eso de las 12 de la mañana del Sábado 25. Traed un libro (o mejor 2, para el que no traiga), y símplemente sentaos en los jardines a leer.

La idea de esta reunión salta a la vista. En algunas ocasiones llego a plantearme el hecho de que quizá sea yo la única persona que prefiere una "tarde-con-libro" a una "noche-con-botella", y espero estar equivocado. Obviamente, nada impide que acompañeis vuestra lectura con una cerveza o una coca-cola, pero os pido que seais comedidos en ese aspecto.

Avisad a vuestros amigos lectores, haced eco de esta propuesta.

[Vía Arkangel]

La relación con los recientes botellones es inevitable, claro. Pandragoq sugiere una disyuntiva entre libros y botellas. Pero yo, que no soy muy aficionado (ni poco, en realidad) a la "noche-con-botella", no creo que sean cosas incompatibles.

Esta convocatoria no tendrá, ni por asomo, ninguna acogida comparable a los botellones. Seguro que alguien aprovecha esta circunstancia para hacer el consabido análisis de hábitos sociales juveniles en la línea "Borregos que prefieren emborracharse a leer".

Como hoy tengo el ánimo sociológico, y por puro afán de llevar la contraria, me adelanto a esa previsible crítica y le niego validez.

Tractatus Logico-Botellonicus

Los jóvenes no se van de botellón a emborracharse.

Igual que sus papás no van a los bares, (o pubs, o similares) a emborracharse. Habrá algunos que lo hagan, pero ese no es el objetivo de la inmensa mayoría de la gente que va a un bar, un pub o un botellón.

Lo queramos o nó, nos parezca feo o bonito, el consumo de alcohol están enraizado en lo más profundo de nuestra cultura. Simplemente nos resulta difícil imaginar una situación social que no esté regada por el alcohol: Si unos amigos te invitan a comer en su casa, lo elegante es llevar tú el vino. Si eres tú el que invita, ofreces una copa. Bodas, bautizos, comuniones. Un brindis para celebrarlo...

De hecho, beber en sí es una actividad social. La mayoría de la gente, simplemente, no bebe sola.

La gente va de botellón a conocer a otra gente, a relacionarse, a ligar. En nuestras sociedades urbanas, simplemente no sobran las oportunidades de conocer a otras personas.

Criticar a los jovenes del botellón por beber no tiene sentido, si no se incluye en esa crítica a toda la sociedad, que bebe en todas las circunstancias.

¿Y qué pasa con los libros?

Y, si el botellón tiene tanto éxito como situación de intracción social ¿Por qué la libro-quedada de Pandragoq no tendrá (ni podrá tener) el mismo éxito?

Por que leer no es, ni será jamás, una situación social.

La gente charla y bebe, ofrece de su copa, bromea, se relaciona mientras sostiene un vaso en la mano.

Pero leer un libro es todo lo contrario. Leer es algo estrictamente privado. El libro exige toda tu atención, no puedes conversar y leer a la vez.

Un bar puede ser un perfecto entorno de de "inmersión social", pero una biblioteca es, probablemente, el peor lugar para conocer gente (es posible que veas a gente en la biblioteca, pero los conocerás fuera).

Por otro lado, el que haya más personas leyendo a tu alrededor no aporta nada a tu lectura. No lees mejor por ello. Las asociaciones de lectores comentan sus lecturas en grupo, pero leen en solitario. Si leer en un "entorno social" no aporta nada ni a la lectura ni al aspecto social, jamás tendrá el éxito del botellón.

Una cita callejera para jugar al ajedrez tiedría más visos de funcionar que lo de la lectura, porque el ajedrez sí tiene un componente social: Puedes conocer gente mientras juegas, puedes jugar mientras conoces gente y necesitas gente para jugar.

La cita de Pandragoq es algo interesante que merece la pena, y una oportunidad para conocer a otros lectores y hablar de libros. Algunas personas leerán menos y hablarán más, y otras hablarán menos y leerán más (aunque sospecho que, en general, se leerá bastante poco). Pero no tendrá el éxito de un botellón, y nunca se convertirá en una costumbre.

Y no porque los jóvenes sean unos borrachos que prefieren beber a leer, si no porque leer y beber son cosas distintas, que se hacen en momentos distintos.

PPCMS 2022